En la clase de hoy, lunes
3 de febrero de 2017, me ha ocurrido algo muy singular. Podríamos denominarlo
casualidad, el destino, coincidencia o que le doy demasiadas vueltas a las
cosas (una Sincronía, gracias Pilar).
Hoy, de camino a clase,
mientras conducía he adelantado a un coche fúnebre, reconozco que soy bastante
supersticioso para estas cosas, pero por suerte mantuve la calma (no os asustéis).
Hasta aquí todo normal, a todos nos ha pasado. Lo curioso es que a medida que
iba avanzando la clase, los temas que se
trataban estaban relacionados con el disfrute de la vida, la muerte o el mal.
No sé por qué, en la
actividad que hemos hecho hoy relacionada con el pelo, he elegido como icono
que me representaba a Darth Vader (el malo malísimo de Star Wars). Después hemos
hablado sobre que da la verdadera felicidad en la vida y finalmente se nos han
planteado una serie de cuestiones para reflexionar como: ¿Quién vendría a mi
entierro y que dirían de mí? ¿Qué pienso de mí estando muerto? ¿Qué no podría soportar
que pasara antes de que me muriese? ¿De qué me arrepentiría de haber hecho o no
si me fuese a morir mañana? ¿Qué es verdaderamente importante y qué no?
No sé si será por el
clima que está nublado, lluvioso y gris (otra coincidencia más) que anima a
hablar de estas cosas de las que normalmente no hablamos, yo creo que por miedo
a afrontar la realidad de que quizás, en el fondo sentimos que no estamos
aprovechando al máximo nuestra corta y efímera existencia, y nos da pavor
asumir que lo más seguro es que el día que nos muramos, nos arrepentiremos de demasiadas
cosas que nos hemos dejado por hacer. Es duro afrontar la realidad, por eso la
ocultamos, pero la muerte es tan real y está tan presente como la vida, una no existiría
sin la otra, por eso debemos ser conscientes de su presencia en nuestro día a
día.
Dándole vueltas al tema
de la muerte, es evidente que la sensación de adrenalina que siente alguien cuando
monta en una montaña rusa o se tira en paracaídas, es adictiva. Todas las
acciones en las que el fallo de un elemento conlleven la muerte, disparan
nuestros sentidos haciéndonos sentir vivos. Es paradójico que el miedo a morir
nos haga sentir esa vida que deberíamos tener presente en todo momento, pero
que no apreciamos salvo cuando podemos perderla. Por eso digo que si tuviéramos
presente que cada segundo puede ser el último, quizás fuésemos más felices, no
le daríamos tantísimas vueltas a temas sin importancia y viviríamos en el
presente, justo como pasa cuando estas sentado en una silla a no sé cuántos kilómetros
por hora dando vueltas como un loco o cayendo al vacío desde un avión.
Adrián Erriquez Gistau
Gracias Adrián por tu reflexión, lo que te pasó el lunes fue una sincronía, lo mencionamos en clase y volveremos sobre ello. Una coincidencia significativa que demuestra que lo inconsciente es constante y nos alerta de los temas importantes en el presente eterno que habita lo inconsciente, un lugar verdaderamente sin tiempo. Gracias por recordar que lo importante es vivir ahora
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