En la anterior clase, lunes 13 de marzo, vimos que cada uno
tiene su niño/niña heridos internos, cada persona lleva el suyo propio a
cuestas y esto hace que reprimamos lo que nos pasa.
Con relación a esto, Pilar no mostró que cada uno tiene una
especie de mandala interior, en el centro está la vulnerabilidad de cada uno
mientras que en el exterior se encuentra la barrera/corteza de protección. En ocasiones
tenemos situaciones de intimidad como es el caso de enamorarse de otra persona,
esto hace que quitemos esa barrera de protección y estemos más expuestos a que
nos hagan daño, al estar las capas de vulnerabilidad en contacto con tu pareja.
O puede que no te quites esa barrera a modo de prevención, porque claro, vaya
ser que ataquen tu vulnerabilidad y se aprovechen de eso.
Hablo de esto, ya que a raíz de la primera relación seria
que tuve, al hacerme tanto daño mi exnovio, decidí no volver a quitar esa
barrera, mantenerme dentro de ella, y ver como las cosas iban pasando, pero
desde una perspectiva más alejada, más fría.
Esto hizo, como bien comentamos en clase, que siempre
mantuviera como una distancia de seguridad con cualquier chico que se me
acercara, mostrándome desconfiada y en ocasiones fría y cortante. A su vez, hizo
que no pudiera ser yo misma, me cohibía y a la mínima que veía algo especial en
algún chico me alejaba, o en ocasiones les buscaba cualquier excusa tonta solo
por el motivo de evitar sentir algo por otra persona.
Estuve así una cosa de dos años, teniendo a mi niña herida
hambrienta de amar, pero con más miedo que otra cosa, por lo que me mantenía en
mis quinces de no querer nada con ningún chico.
Hasta que de pronto, apareció alguien, que te descoloca un
poco tus esquemas de persona fría y distante, que te da una confianza
aplastante, que poco a poco va apartando esos pinchitos de tu barrera de protección
y que te hace ver que no todas las relaciones van a ser iguales, y que ni mucho
menos todos los chicos iban a ser igual que mi exnovio… ¡Y menos mal!
Como conclusión, hay veces que aparecen personas capaces de
hacer que quitemos esas barreras, que seamos nosotros mismos en todo momento,
que hagan que viejas heridas se curen y que por supuesto, alimenten con mucho
amor a esos niños heridos. Y esas personas, ya sean familiares, amigos o
parejas, valen millones y hay que conservarlas.
Alicia Reyes Mora
Hermoso Alicia, es verdad que hay personas más capacitadas que otras para amar y para aceptar los espacios de vulnerabilidad
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